domingo, 27 de marzo de 2016

Un tiempo para llorar....

...y un tiempo para reir" (Echando mano, otra vez, del Eclesiastés)

En estos días pasados de la Semana Santa hemos tenido que considerar que, también para nosotros, son días de recogimiento, de penitencia, de honda religiosidad, de profunda devoción, de tradicionales procesiones que emocionan, que instan a la piedad, a la oración, a la saeta si se quiere......días, noches, "madrugás".....en las que hay que respetar esos sentimientos que tan profundos, tan arraigados están en las almas sencillas del pueblo español....

Bueno, todo esto viene a que no creíamos que eran días para risas y jolgorios...por lo que hemos tenido que dejar sin publicar un artículo que leímos el pasado día 25 en "El País".....pero, pasado el Sábado de Gloria, el Domingo de Resurrección, la Pascua, el Aberri Eguna y los atascos en la carretera, ahora sí, ahora sí es tiempo de reir....y, así, copiamos el artículo de "El País" que sin duda regocijará a creyentes y no creyentes, a penitentes y cofrades, al obispo Munilla si llega el caso.

Dice así:

"“El País” Manuel Ansede
25 Marzo 2016
Las reliquias de la crucifixión proliferan sospechosamente en todo el mundo, como ya denunció Calvino en 1543

“Si quisiéramos recoger todo lo que se ha encontrado [de la cruz de Cristo], habría suficiente para cargar un gran barco. El Evangelio atestigua que la cruz podía ser portada por un hombre. Qué desfachatez llenar la Tierra de tal cantidad de fragmentos de madera que 300 hombres no podrían transportarlos”, reflexionaba ya el teólogo francés Juan Calvino, profundamente cristiano, en su Tratado de las reliquias, publicado en el año 1543.

La observación de Calvino sigue viva esta Semana Santa, cinco siglos después. Los pedazos de la llamada Vera Cruz, la cruz en la que fue ejecutado Jesús de Nazaret según la tradición cristiana, son considerados reliquias de primera categoría por la Iglesia católica, pero aparentemente son tan numerosos que dan la impresión de que Cristo fue un gigante crucificado con dos troncos de secuoyas. Es lo mismo que ocurre con la sangre de Jesús, “exhibida en más de 100 lugares” en tiempos de Calvino, según dejó escrito el propio teólogo
Los trozos de madera atribuidos a la crucifixión de Cristo empezaron a proliferar cientos de años después de su muerte, como el que se adora en el Monasterio de Santo Toribio de Liébana, en el corazón de los Picos de Europa, en Cantabria. El leño mide 64 por 40 centímetros. Los propios franciscanos del templo reconocen que ignoran cuándo llegó al monasterio, aunque creen que fue “alrededor del siglo VIII”, según su página web. Sin embargo, atribuyen el hallazgo del madero al siglo 

La Colegiata de Santa María la Mayor de Caspe (Zaragoza) alberga otro de los fragmentos de mayor tamaño que se conservan en el mundo. Mide 20 por 18 centímetros y está protegido por dos relicarios de oro y plata del siglo XVIII. Su historia es más rocambolesca. El relato católico oficial también sitúa su origen en el descubrimiento de Helena de Constantinopla en el siglo IV, pero 10 siglos más tarde el leño aparece en Roma, portado por el papa Clemente VII. Días antes de morir, en 1394, el pontífice se lo regaló a un amigo, el diplomático español Juan Fernández de Heredia, que lo acabó donando a la localidad de Caspe. En los últimos 75 años, sin embargo, el supuesto fragmento de la cruz de Cristo ha estado básicamente metido en la caja fuerte de una oficina bancaria, saliendo solo en procesión por el pueblo durante el Viernes Santo.

La Catedral de Notre Dame de París suma otros 24 centímetros de madera al recuento de presuntos pedazos de la cruz. Y las astillas se multiplican por todo el planeta. En la basílica de la Santísima y Vera Cruz en Caravaca de la Cruz (Murcia) se adora un fragmento de 17 centímetros con dos traversas de 7 y 10 centímetros. Los hermanos de la cofradía sostienen que hubo una “aparición milagrosa” del madero el 3 de mayo de 1231. Según su creencia, dos ángeles se presentaron en la iglesia y lo dejaron sobre el altar.

La denominada Muy Antigua, Venerable y Dominicana Cofradía Penitencial y Sacramental de la Santa Vera Cruz de Palencia pidió en 2001 al Vaticano un fragmento de madera divina y lo obtuvogracias a la intermediación del obispo de Palencia. Los leños sagrados también aparecen en la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México, en el monasterio de Heiligenkreuz (Austria) y en otras iglesias de España, El Vaticano, Guatemala, Italia y otros muchos países. Algunos son de madera de ciprés, otros son de pino, otros son de olivo. Incluso en eBay, un sitio de subastas en internet, cualquiera puede comprar por unos pocos cientos de euros un supuesto fragmento auténtico de la cruz de Cristo. Todos suman al cargamento del "gran barco" del que hablaba Calvino.

El Comité para la Investigación Escéptica —una organización estadounidense para el pensamiento crítico— financió en 2010 un estudio sobre los leños atribuidos a la cruz de Jesús. El trabajo, llevado a cabo por el investigador Joe Nickell, intentó rastrear un origen único de los maderos, sin éxito. “La proliferación de piezas de la Vera Cruz rivaliza en extravagancia con la de otras muchas reliquias falsas, como las más de 40 mortajas de Jesús y los múltiples cadáveres de María Magdalena”, escribió Nickell en su informe final. A su juicio, Calvino fue “crítico de manera justificada con la venta agresiva de reliquias” en su época. “Y nosotros, con nuestros modernos medios para el análisis científico, no debemos ser menos”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario